Les compartimos el primer capítulo de la novela Un paso hacia el infierno del autor Carlos Ramírez. 

Sobre el autor: Carlos Ramírez, nacido el 28 de noviembre del año de 1988, en Mazatenango cabecera del departamento de Suchitepéquez, tierra del venado – Guatemala. Tiene un negocio de imprenta que fue comenzado por sus padres hasta llegar a él; Un paso hacia el infierno, se convirtió en su primera novela.

 

Reflexiones

Muchos me preguntan, por qué seguimos necios creando caos en el mundo, si al final de cuentas el bien siempre terminará triunfando.

Me detuve a pensar por un segundo y respondí, “esto no es una guerra entre el bien y el  mal, esto es una guerra que determina cual es el verdadero lugar al que perteneces”.

Habiendo dicho esas palabras, uno de los bomberos se queda estupefacto, me ve y me dice “entonces ya no tienes salvación”.

Una vez más lo miró a los ojos y respondo… “aunque la pidiera y me dieran una segunda oportunidad, creo que no lograría emancipar mis pecados”.

“Puesto que creo haber perdido mi alma y mi cuerpo esta enraizado en este mundo, odio profundamente a todas las personas”.

“No creo… estoy seguro, que la perfección de cualquier ser vivo, se logra a través del sufrimiento y la gloria, un ser perfectamente creado para un propósito”.

 “En mi caso, me han hecho sufrir, desde el primer día en que tuve conciencia, sabía que era la tristeza, la alegría y un sinfín de sentimientos más, me perfeccioné a tal grado, que ahora con un chasquido de mis dedos, destruiría una nación completa”.

“Para ti soy un simple humano, pero tengo poderes, pronto serán ilimitados, con la mano derecha puedo controlar a cualquier persona, pues en esta mano tengo dinero”.

“En la mano izquierda, controlo el tiempo, pues en ella residen las armas más poderosas del mundo, con la derecha puedo construir, con la izquierda puedo destruir”.

“Mis palabras ya son la voluntad de otros, pronto tendré la capacidad de dar la vida eterna a quien se lo merezca”.

“Ahora dime… sabiendo eso, que tipo de persona crees que soy, un asesino, un idealista, o solo un peón, echado en la tabla de juego, para llevar a cabo el plan divino”.

“La sociedad se desborona, día a día la gente se sienta y come, cuántos de ellos dan las gracias”.

“Las personas se van a trabajar, protestan por sus horarios, no están conformes con sus sueldos, cuántos de ellos se han dado cuenta que hay otros que desearían tener la misma oportunidad que ellos”.

“La sociedad no tiene salvación, si crees que estoy equivocado, respóndeme, cuantos seres humanos tienen un hijo, producto del amor verdadero”.

“Si el amor del Padre está destinado a salvar este mundo, dime… cuantos crees que son dignos de él”.

“Te repito la pregunta… si el amor del Padre está destinado a salvar este mundo, dime, crees ser digno de esa salvación…”

El paramédico se limitó a escuchar, no respondió, decidió cambiar la conversación, diciéndome, “Ah, ah, ah, ah, pero la noche sí que está fresca, espléndidamente bellísima, el viento sopla delicadamente, una que otra nube oculta las estrellas, la luna despliega su luz sobre la tierra, entre momentos se puede apreciar el verde de la gramilla que ha sido sembrado en su  terreno”.

Palabras que desequilibraron, mis ideas o tal vez decidió cambiar la conversación, para no entrar en un debate sin salida alguna.

Entonces yo continúo con sus palabras, agregando, “si, pero el cantar de las ranas y los grillos se ve opacado, por el sonar de las sirenas, que hacen mención a las radio patrullas y ambulancias que están estacionados enfrente de mi condominio”.

“La luz roja y azul alumbran los árboles que rodean mi terreno, las multitudes se aglomeran, hurgando la verdad del suceso”.

Sin hacer mención alguna, observo que en pocos segundos los oficiales se ven acechados por hordas de periodistas y los militares se hacen presentes.

La seguridad se triplica, resguardando la partida del Arzobispo Amiel, su salida es acaparada por la prensa, desde el segundo nivel puedo ver los destellos de los flashes producido por las cámaras fotográficas.

Es muy molesto percibir esas luces, que alumbran todo mi alrededor, ahuyentan la penumbra brindada por la nube que oculta la luna.

Mientras la algarabía se desata en el suelo, por las miles de incógnitas brindadas por el suceso que hace diez minutos dio lugar en mi residencia.

Yo simplemente poseo un vaso de un fino whisky, que llevaba en mi mano, antes que la catástrofe irrumpiera en esta noche de celebración.

Se suponía que sería un momento mágico, una reunión para discutir un millón de cosas, revivir cientos de momentos del pasado, que nos llevaron a sentarnos en la sala a platicar, bromear y recordar.

Ahora estoy sólo, me encuentro en el segundo nivel acompañado de dos bomberos, en el balcón, sentado, a mí alrededor esta la mesa de jardín, encima de ella se puede apreciar la botella que llevo conmigo.

A pesar que tengo el deseo de beber hasta embriagarme, me detienen unas palabras, por lo cual no he podido tomar ningún sorbo de ese licor tan exquisito.

La tristeza me hace compañía, mis lágrimas rodean a cada momento mis mejillas, pequeñas gotas de agua salada que no dejan de parar.

Hace un momento bajó un paramédico, el otro me pide permiso para ver mi brazo izquierdo, que aún sigue sangrando por la bala que llevo incrustado en el músculo.

Puedo sentir el dolor que persiste, se intensifica si realizo movimiento alguno, con cada meneo que realizo, mi bata blanca recibe el daño, se mancha más, gracias a la sangre que se derrama en mi brazo.

El bombero me pregunta si estoy bien, por lo que yo respondo: “Nunca lo estuve”, él muy servicial me pregunta, “te puedo ayudar en algo”, sin responder a su pregunta digo.

“Solamente intento olvidar el suceso, por culpa de mis decisiones, en este momento en la sala del primer piso, yacen los cuerpos de dos personas que voy a extrañar por el resto de mis días.

Como si no fuera suficiente, perder a un ser amado, ahora ya tengo tres personas que aguardan sentados en el salón de espera de las oficinas de San Pedro, bueno eso si existe ese ente”.

Cada vez que suben mis guardaespaldas a ver como estoy, les grito y les pido que me dejen solo, sus presencias me molestan mucho.

 “Por culpa de su ingenuidad, perdí lo último que he amado y querré por siempre.

Ya Aislado me queda recordar cómo era mi vida, los momentos cuando la abrazaba o bromeaba con ellos.

Estoy bajo una tristeza inmensurable, casi llegando a la depresión, anteriormente tenía tendencias suicidas, pero esta vez no pienso recurrir a eso, no voy a recorrer el camino del cobarde.

Puesto que he jurado vengarme de aquellos que han osado destruir la poca felicidad que me quedaba”.

Ahora ya estoy casi al borde del colapso, por culpa del sangrado y no permito al bombero que me revise, simplemente le digo.

“El día de hoy se supone que tenía que sonreír y recordar el pasado, con las personas que ahora están siendo envueltos en bolsas de nylon por las fuerzas de socorro”.

Una sonrisa se disimula en mi rostro causado por una foto, no se aprecia bien por la ausencia de luz, sin embargo, puedo observar a la persona que se encuentra en la imagen, fue tomada cuando era un simple infante, imagen que me hace recordar de donde provengo.

El bombero ve la foto y también sonríe, pregunta si el de la imagen soy yo, confirmo su especulación, asentando la cabeza en señal de afirmación.

Estoy seguro que probablemente me descubrirán, pero tomé una decisión, le voy a contar todo a este tipo, de todos modos estoy casi muerto.

“Por primera vez desde hace mucho tiempo, recuerdo que desde muy pequeño viví en las ruinas y las miserias, no tenía nada, lo único que deseaba de esta vida era tener lo mismo que los demás, pero era un simple sueño, algo fugaz, cosa que nunca llegaría, todas las mañanas me levantaba y pensaba, ¿por qué pasó esto?, ¿cuál es el objetivo de nacer así?, ¿acaso Dios no me quiere?, si soy una criatura creada por el Señor Todo Poderoso, entonces, ¿por qué sufro de hambre?, ¿por qué nací entre la miseria?, ¿por qué tengo que ver a las personas hacia arriba?.

Mientras yo sufría de hambre, algunos se daban el lujo de tirar la comida, mientras yo estaba entre la miseria, ellos gastaban el dinero en relojes caros, mientras yo miraba la grandeza de la sociedad, sólo me veían con cara de necesitado, pero no hacían nada al respecto para poderme ayudar.

En los periódicos del país, salían grandes personas hablando de la pobreza del país, de las necesidades de otras personas, de las calamidades que sufríamos, pero únicamente son temas que sirven a la clase pudiente, para obtener fama o importancia dentro de la sociedad, son temas en donde los ricos se enfocan para que los de clase media los alaben por ser “humanistas”.

“Vagas tonterías, pero bien que los demás se tragan el cuento de que ellos trabajan para los más necesitados”.

Él me dice, “es cierto lo que hablas, pero recuerda Dios te ama”.

Rápidamente le contesto, “¿Dios?, si él, en realidad tuviera piedad de nosotros, me hubiera convertido cada piedra en un pan para mi desayuno, me hubiera convertido las hojas de los árboles en caramelos de distinto sabor.

Pero la realidad es más grande, cruel, pero no efímero, siempre solía pensar, cuando sea una persona adulta, serviré al único Creador, pero esa ilusión duró poco, desapareció en el momento que empecé a sentir hambre y no había forma de aplacarla.

Tenía que afrontar la verdad, una razón que me acompañó por el resto de mis días, de que me sirve hacer el bien, si al final siempre sufriré.

Cuando mi angustia alcanzó su más alter ego, decidí tomar un camino, de a poquitos el panorama fue evolucionando, mi hambre desapareció, pero fue sustituida por dolor, un tormento resumido en dos bolsas negras que contienen los cuerpos de dos personas que llevaré siempre en el alma.

Como llegué hasta este punto, en vez de rodearme de amor, me cubro con penumbra y soledad, ¿Acaso esto es un regalo?, creo que sí, gracias a mis ideales que fueron creciendo cuando era un simple chico, ideas que me obligaron a cuestionarme.

¿Por qué tomé este camino? ¿Cuál es el objetivo de hacer esto?

¿Dinero? Es probable.

 ¿Por reconocimiento?, No… para que quiero fama, nunca la quise, si disfruto caminar en la sombra de las calles del mundo, me acostumbré a que nadie sepa de mi existir.

¿Hobbie? Tampoco lo creo, tengo muchas cosas que hacer, mercancía que controlar, muchos enemigos que eliminar y campos que conquistar.

¿Obligación? Por favor… siempre quise ser mi propio jefe, hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero.

¿Venganza? Si… lo hago para mostrarle al mundo la verdad, quiero mostrarles a todos, que se siente ver a alguien comer, mientras te saboreas y solamente puedes imaginar el sabor y el gozo que este siente. 

Quiero mostrarles la realidad, un presente que está mezclado sesenta por ciento verdad y un cuarenta por ciento de mentiras, exclusivamente de esa forma se darán cuenta de lo retorcido que está la sociedad.

Aunque tampoco mencionaré a exactitud la realidad de las cosas, simplemente quien quiera entender, que acepté que esto está más allá de hacer el bien y el mal.

En época de abundancia, las personas tenían que ver y velar por sus caminos, ya sea que escogieran un camino correcto o uno malo, pero hoy en día todo eso es ambiguo, el mal ya se apoderó de la sociedad y todo lo que en ella se encuentra, “el humano nació libre, en un mundo sin límites, pero todo se perdió cuando se fundó la sociedad”, por ahí escuché que “la sociedad era libre, hasta que un idiota se le ocurrió hacer que los guías o líderes se convirtieran en reyes”

“La sociedad es quien controla a todos los seres, existen más abogados que agricultores, hay una creciente demanda de doctores, pero cuántos de ellos saben cuál es la planta que cura cierta enfermedad, ahora crece incontrolablemente los ingenieros dentro de la sociedad, pero ¿cuántos de ellos saben cómo extraer o cuales son las semillas que hay que sembrar para obtener, aunque sea una manzanilla?

No se trata de decir que es mi criterio, que solo yo pienso así, pero la verdad, cuantas posibilidades hay de que un ser diplomado en una universidad de la sociedad sepa de plantas, los resultados son reducidos o son casi nulos al compararlos con la cantidad de personas que hay en el mundo.

Toda esa información, la adquieren las grandes empresas y se reservan el derecho de compartirlo, los agricultores saben esta información, pero poco a poco dependen más de las grandes empresas para adquirir las semillas.

La sociedad poco a poco privatizó la libertad, con un millón de excusas, si en el mundo se descubriera la medicina para todos los males, ¿crees que la compartirían?, si dos niños asistieran a una escuela teniendo el mismo nivel de educación, que oportunidad tiene si uno de los niños es africano, y el otro niño es de clase alta.

Caminamos tranquilamente, si alguien dice, -que nuestras vidas están siendo controladas-, rápidamente lo tachamos de lunático o tonto.

Si una figura, política o religiosa, nos hace una mención sin importar que… las personas rápidamente aceptaran el argumento, la volvemos parte de nuestro ser y no cuestionamos nada.

Pero si una persona “x” dice lo mismo, lo cuestionamos, le decimos lo que creemos y agregamos los puntos de vista según la política o la religión, intentamos desmentir ese pensamiento y no estamos conformes hasta que nos dan la razón.

Te voy a decir una cosa que siempre me dijeron “La vida es como una prostituta, entre más dinero tienes, más tiempo podrás gozarla”, para mi es la verdad, la única verdad que acepto.

Actualmente todo ha cambiado, desde el momento en que decidí recorrer mi camino de la forma más fácil, pero eso no fue suficiente para alcanzar el dolor que puedo sentir.

En los pasos que daba, llegué a un punto donde me llegaron a pedir algo de sumo valor, algo muy retorcido, violento, sangriento y dije “acepto”,

Jorge Van Rodríguez ese era mi nombre, gracias a mi mamá siempre fui muy humilde, tranquilo, pero soy muy codicioso, y tiendo a ser muy narcisista, exageradamente materialista, únicamente le tengo miedo a perder el control de mis impulsos, algo que siempre he intentado mantener bajo mi posesión.

Solo tengo veintinueve años de edad, y soy una persona que tiene una estatura de un metro ochenta centímetros, tengo un cuerpo decente y constantemente voy al gimnasio, siempre he pensado que lo más importante en el físico de un hombre es que tenga un gran tórax, por lo que siempre que voy al gimnasio me preocupo más por hacer pectorales que otra cosa.

Cada paso que di, a partir del momento en que me uní a ellos, ha estado lleno de abundancia en todo sentido, pero lo único que me fue arrebatado fue el amor.

Llegué a considerarme como un hombre que lo tenía todo, absolutamente todo, miles de millones de dólares, casas en cualquier lugar y nación, carros de lujo, licor, mujeres, gozo de inmunidad diplomática, puedo hacer lo que yo quiera en cualquier lugar sin miedo a repercusiones, simplemente hago y deshago a gusto y antojo.

Pero nunca imaginé cual era el precio a pagar, por semejante dicha brindada.

Hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de ingresar en una sociedad que limpió mi nombre y terminó de legalizar todo lo que yo poseía, eliminaron mi existencia de todo libro y ellos fueron quienes reemplazaron mi propio nombre.

Nunca imaginé la cantidad de integrantes de esa sociedad, cada vez que me presento ante ellos, tengo que llevar mi mano derecha a la altura de mi ojo derecho, pero el gesto inicia con una leve caricia, hago que mi mano vaya desde mi mejilla, hasta mi pelo, pero la parte importante, lo que nos identifica a la hora que realizo esta mueca, es mi mano tapando mi ojo, dejando mi otro ojo abierto.

Ahora que lo pienso es fácil identificarlos, si piensas en ellos, el gesto y los relacionas con el billete de un dólar, estás en lo correcto, yo simplemente me incorpore a sus verdaderos jefes, una facción que conocí como “Unique”, ellos están en todo y cada lugar, tienen mucho poder sobre este mundo.

Solo son seis integrantes, cada uno de ellos tiene una fuerte presencia en cada necesidad de la sociedad, Salud, Alimentación, Concordia, Savia, Religión y el sexto Miembro es conocido como el destructor, encargado de develar el segundo lado de cada necesidad, enfermedad, hambruna, guerra, muerte e incredulidad.

Cinco personas con poder absoluto, el ultimo integrante nace de la nada, el único ideal de esa persona es el odio en contra de la humanidad.

Los iluminados son personas de alto rango en la sociedad, dotados de inteligencia y capaces de ver el mundo en totalidad, personas que saben de todo un poco, ellos también son producto de los “Unique”, simples mensajeros que no pueden tomar decisiones.

El rol de ese grupo es mantener en la clandestinidad a sus verdaderos amos. La gran mayoría de sociedades secretas han sido creaciones de los “Unique” el objetivo es abarcar todas las personalidades de las personas.

Al principio ellos no me tomaban muy en cuenta en sus asuntos, pero yo deseaba ser parte de sus hordas, ahí fue cuando condené la vida, de los que yacen muertos en el primer nivel.

Conforme fui involucrándome con los “únicos”, me tuvieron mayor confianza, hasta el momento en que me encomendaron algo muy importante, algo que está más allá de mis propios logros, algo que no será nada fácil, Iniciar la Guerra”.

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