Cuento «Gato negro» por Ivonne Saed

Ivonne Saed escritora, traductora, diseñadora gráfica y fotógrafa nacida en México. Ha explorado ampliamente los cruces entre lo visual y lo textual dentro de las humanidades. Entre sus principales preocupaciones estéticas se encuentran la ciudad y el fenómeno urbano como espacio de identidad. Saed es autora de la novela Triple crónica de un nombre (Lectorum, 2003), misma que obtuvo mención honorífica en el Premio Juan Rulfo para Primera Novela en 2002. También es autora del ensayo Sobre Paul Auster: autoría, distopía y textualidad (Lectorum, 2012), así de cómo otras obras de narrativa corta y teoría literaria publicadas en coautoría. Su obra de narrativa, ensayo y fotografía ha sido publicada en revistas como Literal Magazine (Houston, EUA), Arquivo Maaraví (Minas Gerais, Brasil) y el desafortunadamente desaparecido suplemento de libros Hoja por hoja (México), entre otros. Su novela Triple crónica… ha sido discutida en varias publicaciones académicas internacionales. Como docente, Saed ha trabajado en la Universidad Iberoamericana, Chemeketa Community College —en donde fue Fulbright Scholar-in-Residence—, el Instituto de Cultura Superior, Oregon State University y Marylhurst University, entre otras.

Compartimos con ustedes el cuento «Gato negro» de la escritora mexicana Ivonne Saed el cual forma parte de la Antología de Cuento Latinoamericano Contemporáneo, un ambicioso proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores. Este proyecto tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

Gato negro

Abres los ojos y los rotas hacia la izquierda. Inmediatamente tus párpados reaccionan apretándose en contra de tu voluntad, hasta que ésta logra vencer la fuerza del párpado derecho y abres el ojo por una fracción de segundo. Lo vuelves a abrir repetidas veces hasta que finalmente lo mantienes arriba por un tiempo suficiente para reconocer que estás en tu habitación. Al otro aún no lo puedes vencer. La cabecera de tu cama apunta al norte y la luz mañanera por tu izquierda fortalece a ese párpado que sencillamente se niega a obedecer, rebelándose en tu contra.

Te despiertas ya por completo con el brazo adolorido y te das cuenta que llevas quién sabe cuánto tiempo con los dedos entre tus cabellos, enredándolos, anudándolos, haciendo una madeja hirsuta que te va a ser imposible desatar sin un par de tijeras. Bajas el brazo y lo frotas, tratando de desentumecerlo. Después de un rato recuperas la sensibilidad de tus dedos y el brazo se ha relajado a medias. Tú ya estás otra vez dormida o tal vez no. No importa.

Una vez más estás con el gato que es negro pero también pelirrojo y otra vez juegas con su pelaje y tratas de deshacer los nudos sin dejar de reírte. Tus dedos desenredan partes mientras enmarañan otras, y de vez en cuando le agarras un bigote y lo tañes como cuerda de guitarra. El agudo sonido llena la recámara como un maullido. Te carcajeas con los dedos llenos de pelo pegajoso que embarras en tus pantalones claros, tocando constantemente al gato por todas partes como instrumento musical. Le acaricias las orejas hacia arriba bruscamente sin dejar de hacer ruido y repitiendo su nombre con toda clase de diminutivos estúpidos, mientras usas su lomo como tambor. Te encantan los gatos peludos.

Te despiertas otra vez con tus diez dedos entre millones de cabellos. Al estirar los brazos, la torpeza provocada por el entumecimiento hace que te arranques un mechón completo por accidente. Oyes un maullido y supones que eres tú misma reaccionando. Como si se te hubiera metido pelusa en los ojos, los tallas, pero lo único que logras es sentir como arañazos que rasgan tus córneas. Parpadeas repetidamente para limpiarlos con tus lágrimas, pero los sigues sintiendo secos y raspados, como si los frotaras contra una alfombra suave.

Vuelves a tañer tres cuerdas del bigote y te revuelcas de la risa. Metes tus dedos profundamente entre su pelaje y su ronroneo empieza a cambiar de tono mientras da coletazos de un lado al otro y tú, con tus carcajadas, no percibes más que tus propios ronquidos de placer. Tocas la batería sobre su espalda con tonos marciales que se interrumpen en lapsos, solamente para jalar al gato más cerca de ti. Él arquea su cuerpo y te sonríe con un par de colmillos prominentes que te producen lástima por su inutilidad doméstica. Tú le devuelves el gesto con otra risotada y un acorde frotado sobre sus flancos. El pelirrojo gato negro abre su sonrisa hacia tu cara con un fuerte maullido que desentona en tu concierto. Tú contestas con otro redoble que debía ser largo, pero en su lugar quedan apenas un par de tamborazos de sonido ahogado sobre el pelo opaco, seguidos de un largo sonido agudo, como un aullido que en este caso no sale del gato sino de tu garganta, mientras te llevas la mano al ojo para recolectar el chisguete de sangre que no deja de manar sobre el negro pelaje y sobre tus pantalones blancos. Te incorporas en la cama, respirando agitadísima. Te despiertas otra vez y tratas de abrir los ojos. ¿Será que el sol aún está tan bajo? Luchas contra el párpado igual que antes pero éste no cede porque en realidad ya está abierto aunque tú lo supones cerrado. No puedes ver la ventana del lado izquierdo de tu cama. Tampoco alcanzas a ver, echado en la alfombra, al gato negro lamiendo sus garras rojas, ni la mancha de sangre en la almohada del mismo lado.

La Antología de cuento latinoamericano contemporáneo es un proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores y la Fundación Grupo Latino, tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

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