Cuento «Carmesí» por Cristian Walter

Cristian Walter, joven escritor de Rafaela, Argentina. Entre sus trabajos se encuentran las participaciones en distintas antologías de las editoriales Mis Escritos (Buenos Aires), Tahiel Ediciones (Buenos Aires), Rubin (Buenos Aires), Equinoxio (Mendoza), Palabra Herida (México); la publicación de un cuento de fútbol en el diario deportivo Olé y de un poema y un cuento en la revista literaria Amatua (publicada por Editorial Mis Escritos). Entre sus libros en solitario se encuentran Te cuento un mito (Editorial Sultana del Lago – Venezuela), Asesinato Literario y El purgatorio de Dante (ambos publicados con editorial Equinoxio – Mendoza).

Compartimos con ustedes el cuento «Carmesí» del escritor argentino Cristian Walter, el cual forma parte de la Antología de Cuento Latinoamericano Contemporáneo, un ambicioso proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores. Este proyecto tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

Carmesí

Durante meses estuve mal. Dormía poco debido a las pesadillas, casi no comía y solo salía de mi casa para ir al trabajo y regresar. Me sentía perseguida por alguna entidad maligna. Parecía estar bajo los efectos de un hechizo o una maldición… la maldición de sus labios carmesí… porque fue justo después de verla en un pub que quedé prendida a sus labios, a los hoyuelos que se formaban cuando reía, a las curvas de su sensual cuerpo, a su largo y majestuoso cabello negro. Pero como siempre me pasa, fui muy tímida para acercarme y entonces deje pasar el tren. Y a partir de ese momento tuve que sufrir el infierno de su recuerdo.

En las noches sentía su presencia merodeando por el cuarto solitario, observándome desde las tinieblas con sus ojos felinos. Otras veces su figura sufría una metamorfosis en un gran lobo gris con colmillos sangrientos o en un vigoroso murciélago que aleteaba sin cesar sobre mi lecho. Durante esas noches todo mi cuerpo se paralizaba y por dentro me moría del terror, hasta que una dulce voz me susurraba que todo estaría bien. Entonces despertaba temblando, bañada en transpiración, sintiendo que algo me quemaba en el cuello. Estaba aterrada. Ya nunca me sentía sola. Siempre había algo acechando, algo dispuesto a clavar sus colmillos en mí. ¿Era posible que me esté volviendo loca? Al final decidí consultar a una profesional. La sala de espera del consultorio me generaba una mezcla de sensaciones. Por un lado estaban todos los detalles modernistas típicos de cualquier consultorio que, por extraño que parezca, me causaban una gran inquietud. Y por otro lado existían pequeños detalles de arquitectura gótica que me relajaban y me enamoraban. Lanzas, pinturas, miniaturas de catedrales con sus picos puntiagudos y hasta una armadura en tamaño real. Todo era fascinante y exótico. Pero lo más extraño de todo fue cuando se abrió la puerta y me encontré de frente a esos ojos felinos y esos labios carmesí. Casi me desmayo. Ella, muy profesional, me indicó que me recostara en el diván y comenzamos la terapia. Al principio me desilusionó un poco que no me recordara, aunque debo reconocer que no soy una persona para recordar. Tengo una figura normal, sin grandes pechos ni cola trabajada, mi pelo es pajoso y sin brillo, y lo único que tiene para ofrecer mi rostro son unas pequeñas pecas y unos aburridos ojos color café. Pero volviendo a la sesión, noté que al final de la misma me sentí mucho mejor. Hablamos de un montón de cosas y me sirvió para poder descargar tensiones. Y así comenzó nuestra relación, martes y jueves por la noche. Era una cita obligada para mí. Y a medida que fue pasando el tiempo nos volvimos buenas amigas y me fui enamorando cada vez más. Yo le contaba todas mis cosas, pero ella también me abrió su vida. Tenía unos hábitos un poco extraños, vivía sobre todo por las noches, era descendiente de una aristocrática familia húngara, presentaba una gran voracidad por la carne y una rara afinidad por animales salvajes como lobos, murciélagos, gatos y ratas. A veces sentía un miedo irracional cuando me miraba fijo o cuando me rozaba el brazo. Me sentía como una débil presa a la merced de las fauces de un hambriento cazador. Pero nada de esto me importaba. Mi amor por ella sobrepasaba cualquier miedo.

Era tan dependiente de ella que los días en los que no asistía a la consulta parecía que todo mi entorno se volvía gris. Las paredes agrietadas y descascaradas de mi sucio departamento me deprimían, los días se transformaban en interminables torturas, la comida me sabía insípida y todo a mí alrededor me resultaba carente de vida. Aunque lo peor seguían siendo las pesadillas… cada vez más reales, cada vez más sangrientas. En ellas veía sombras que atacaban a personas indefensas, clavando sus afilados colmillos en sus cuellos, bebiendo su tibia sangre, desmembrando sus cuerpos sin vida… sé que debía asustarme; pero por extraño que parezca, estas escenas me causaban un terror placentero… y también me daban mucha sed… En cambio, los días que asistía a terapia, el sol brillaba un poco más, todo a mí alrededor parecía florecer, las paredes de mi departamento me cobijaban y me llenaban de esperanza e ilusiones para el futuro, y las pesadillas se transformaban en dulces sueños junto a ella.

Un día no aguante más esta situación y, haciendo un esfuerzo enorme para superar mi timidez, la invité a cenar en casa. Recuerdo que ella sonrió, formando esos hoyuelos que me volvían loca, y dijo que esperaba esa invitación desde la noche que me vio en el pub. Casi me muero ante esa revelación y solo pude ensayar una estúpida sonrisa.

La noche fue mágica desde el comienzo. Ella llegó con un escotado vestido rojo con un tajo al costado que dejaba al descubierto la inmaculada piel de sus esbeltas piernas. Su movimiento sensual, su sonrisa, su mirada provocativa, sus labios carmesí me traían embobada. Haciendo gala de mi habilidad para la cocina, le prepare un manjar de distintos cortes de carne de cerdo y vaca en el horno, junto con unas menudencias revueltas con verduras y huevos. Por supuesto, todo se encontraba casi crudo, con la sangre chorreando con cada corte, justo como me dijo que le gustaba. Ella se encontraba fascinada. Junto a la comida tomamos una botella de vino importado y luego bailamos. Primero de forma alocada y después cada vez más lento, más sensual, franeleando nuestros cuerpos, rozando nuestros pechos, susurrando palabras de amor que se esparcían por el aire inundando el recinto, abrazándonos debajo de la ropa… era un ambiente mágico que culminó desatando nuestras pasiones en la cama. Nunca tuve una experiencia igual. Fue tierno y agresivo a la vez, sensual y salvaje, hermoso y terrorífico. Quedé exhausta y dormí profundamente, como hacía semanas no dormía. Soñé que visitaba otras épocas, que me paseaba por antiguos bosques medievales que proyectaban sombras extrañas bajo la luz de la luna llena. Y recortado en la cima de un acantilado se divisaba un enorme castillo medieval. Los animales se acercaban gruñendo, sedientos de sangre. Pero al verme se postraban ante mí y me ofrecían las partes ensangrentadas de sus víctimas desmembradas. Y al final de ese lúgubre pasillo se encontraba ella, con un largo vestido teñido de rojo a causa de la sangre que brotaba de sus labios carmesí… Un fuerte dolor en el pecho, justo arriba de la clavícula, me despertó. Eran como dos agujas que me quemaban la piel. Cuando abrí los ojos vi su cuerpo echado sobre el mío. Al verme despierta, ella se apartó y noté dos gotas de sangre caer de sus afilados colmillos. Ella me sonrió, regalándome sus hermosos hoyuelos.

  • Amada mía, bienvenida al caótico mundo de los vampiros.

Yo también sonreí. Ya no sentía miedo. Solo sentía una enorme felicidad porque sabía que a partir de ahora pasaría toda la eternidad junto a mi amada Carmilla, la bella condesa de labios carmesí.

La Antología de cuento latinoamericano contemporáneo es un proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores y la Fundación Grupo Latino, tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

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