Cuento «Ix, el Jaguar» por Elvis Sting Batz

Elvis Sting Batz, escritor guatemalteco, Pedagogo de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su trabajo literario ha tenido una fuerte influencia de su profesión y pasión por la docencia. En 2022 publica su primer libro Fénix, Pegaso y Dragón, el cual recoge narraciones de su experiencia como profesor. Su narrativa se enmarca en el debate religioso, las creencias, las emociones humanas y la filosofía.

Compartimos con ustedes el cuento «Ix, el Jaguar» del escritor guatemalteco Elvis Sting Batz el cual forma parte de la Antología de Cuento Latinoamericano Contemporáneo, un ambicioso proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores. Este proyecto tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

Ix, el Jaguar

Existe en todo balance un punto neutral, un elemento cero, vacío repleto de misterios, espacio compuesto de enigmas para la humanidad; en él había un animal que no estaba aquí y tampoco estaba allá… existía en el vacío espacio cuántico y estaba ausente en el basto espacio de la materia. El camuflaje de su piel lo mantenía oculto a la vista de la naturaleza, brincando de un mundo a otro, acechando con instinto innato, cazando seres fantásticos, esquivando a la realidad. Kame, el nahual de la muerte, fuerza incomprendida
en la creación, quiso traer a ese animal salvaje a la materia para que fuese el equilibrio entre la vida y lo inerte; en consecuencia preparó al planeta para lo que había sido creado: albergar vida.


Estaba el embrión a la espera, entre el vientre de un mundo sin vida, como si fuera una semilla que necesita abono para germinar; dormía dentro de las entrañas de roca y agua, porque agua y roca era el planeta. Kan, la serpiente de barro, al enterarse de la concepción asexual sin sentido y para él profana, viajó como un terremoto que venía desde el interior de la roca hasta donde se encontraba el feto logrado esperando por nacer. El abismo que iba dejando Kan a su paso se tragaba parte de los océanos, separando el mar de la tierra; pero todo esto estaba controlado por la mayor fuerza creadora, por Aquel que es vida y su plan era justo de este modo para encender el corazón del planeta. La semilla dio a luz y nació Ix, una hembra jaguar; su sexo, aparato de reproducción, era el sexo que tendría la fortaleza de engendrar más vida, vientre sagrado dotado de magia y teúrgia, vientre fecundo que conectaría a la naturaleza con el Creador.


El primer rugido del Jaguar fue: “Madrrrrrree tierrrrrrraa” refiriéndose a su hogar, al cual su naturaleza felina brindaba movimiento y equilibrio. Fue creciendo y cada vez que saltaba de una roca a otra, miraba nacer, crecer o reproducir a otra vida, porque a su naturaleza gatuna le acompañaba a la derecha el poder de Qanil, la semilla, y en sus ojos nocturnos con resplandor de un Sol, a su izquierda los iluminaba Ajpu, la luz. Cuando salía a cazar, Iq, el viento, le indicaba la posición y con el aroma le anunciaba dónde estaba la
próxima presa, el viento era su destino, su guía y su intuición; quedando en su rastro únicamente las huellas sin garras que dejaban sus patas con garras, mostrando el camino de la vida en la tierra ¡Madre tierra! ¡Madrrrrrree tierrrrrrraa! Como el ronroneo de un jaguar…


En las noches de plenilunio se iluminan sus pisadas y reflejan un mapa lleno de energía por dónde fluye la sabia del planeta, maná de vida que alimentó al hombre y a la mujer cuando existían pero en las entrañas de la tierra; energía que dio a la mujer el poder de conectarse directamente con la naturaleza, porque la mujer tiene vientre, como vientre tiene la Tierra, y por eso es la protectora del hogar. Al hombre lo hizo cazador, predador como su madre Jaguar, encargado de salir a atrapar a la presa y dar sustento a la familia.


Desde entonces, cuando el hombre camina a través de la selva, va siguiendo bajo la luna llena las huellas del animal, algo similar al camino que se ve en la piel del felino, porque las líneas entre las manchas de su camuflaje son caminos y mapas divinos que llevan a quien le sigue por sendas prósperas y sin igual. Viajando va el Jaguar y ruge entre matorrrrrrrrrales y rrrrrrrrrríos de los bosques húmedos mesoamericanos, va rugiendo y en su andar sana al planeta ¡Madre Tierra! ¡Madrrrrrree tierrrrrrraa! Y sigue rugiendo, invitando al hombre a que se asome y domine sobre la naturaleza… El Jaguar donde acecha y mata a la presa deja una mancha sobre el polvo, como las manchas tatuadas en la piel felina que lo adorna, que lo esconde, que lo hace invisible ante el hombre, manchas que lo hacen aparecer y desaparecer, existir y no existir, como en su origen, cuando estaba y no estaba ahí… Se esconde de quien él quiere, y cuando él quiere vuelve al vacío cuántico o regresa a la materia, huye de la existencia para protegerse en el vacío que también es su hogar.

Las manchas en la piel felina del planeta muestran una coordenada sagrada para que el hombre pueda erigir templos, justo ahí en cada punto de su piel, altar para adorar al Creador y a la Madre, Madre Tierra, Madre Tierra vestida de Jaguar. ¡Madrrrrrree tierrrrrrraa! ¡Rrrrrrrrruge Jaguar rrrrrrrrruge! Ruge para sanar y curar las heridas que el hombre hace a la Madrrrrrree tierrrrrrraa. Ruge porque el hombre también aprendió a hacerlo y en su rugido derrrrrrrrriiba… derriba de arriba para abajo y de abajo hacia arriba ¡Derrrrrrrrriiba… a la naturaleza! Destruye con lo que construye, con soberbia y con
irrrrrrrrra… ¡Ira de guerra! Rrrrrrrrrruugido de guerrrrrrrrrrra…

El hombre muestra sus garras y rugidos, lo hace contra la misma humanidad; vanidad y soberbia del hombre fabricando armas para destruirse entre ellos y hacer llorar a la Tierra… ¡Madrrrrrree tierrrrrrraa! Madre Jaguar. La humanidad dejó de construir templos dónde adorar a la Madre, construye ahora artilugios para devastarla y derribarse unos a otros, ingenioso don de usar las herramientas como armas; toma de la naturaleza cuanto necesita y lo ensucia todo, las manchas del hombre no están en su piel, están donde se ha asentado a formar una civilización, manchas que deja la sangre de la guerra y la opresión; manchas que deja el exceso de las comodidades y placeres, manchas que deja en el verde de la selva con la deforestación.

Los primeros hombres, aquellos guardianes, pelearon vestidos de Jaguar para defender a la Madre Tierra y conservar la naturaleza que reside en ella. Hoy la humanidad lucha por poder, vanidad, y supremacía, luchan vestidos de hombre sin la protección del Jaguar, porque saben que sus armas destruyen lo que un jaguar protege, que es lo más sagrado; el hogar… ¡Madre Tierra! El hombre sabe que no puede tener la protección de aquello que el mismo destruye, quizás algún día recuerde su origen y busque la conexión con la naturaleza, quizá decida protegerla nuevamente como lo hace el Jaguar, protector perenne de la Madre Tierra. Conservar el planeta es trabajo de la humanidad, la naturaleza depende de nuestro cuidado, respeto y responsabilidad. La industria, el comercio y el gobierno deben tomar medidas y regular el uso y cuidado de los recursos naturales.

Los Estados deben establecer, promover y apoyar las normas que protejan al Planeta Tierra; y los ciudadanos deben fomentar los hábitos para no contaminar más.

La Antología de cuento latinoamericano contemporáneo es un proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores y la Fundación Grupo Latino, tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

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