Cuento «Madera para pobres» por Ingrid Marie Klitbo

Madera para pobres -Ingrid Marie Klitbo - Revista Alquimia

Ingrid Marie Klitbo. Nacida en la Ciudad de México, radicada en Canadá desde hace 25 años. Ávida lectora y actualmente incursionando en el mundo de la escritura. En 2022 concluyó el curso de» Escritura Creativa en español» impartido por el departamento de estudios continuos, en la Universidad de Toronto. Maestra de inglés a nivel preescolar, intérprete multicultural en inglés, portugués y español, certificada por el Ministerio de Ciudadanía e Inmigración de Canadá.  Asistente Educativo, especializada en problemas de conducta y autismo.

Compartimos con ustedes el cuento «Madera para pobres» de la escritora mexicana Ingrid Klitbo, el cual forma parte de la Antología de Cuento Latinoamericano Contemporáneo, un ambicioso proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores. Este proyecto tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

Madera para pobres

¡He muerto! Me cortaron de tajo. Me separaron de la tierra, del agua, de mis raíces.  La sábila que corría dentro de mí se secó. Los nidos que con veneración custodiaba, se estrellaron contra la tierra mojada.  El aire húmedo del bosque dejó de mecer mis ramas. El eco de las aves se alejó súbitamente, al igual que los rugidos de las fieras salvajes. ¡Estoy muerto!

El repulsivo rechinido de la sierra me desgarró sin misericordia. Me cortaron en pedazos y ahora me han unido, a las prisas, con clavos y goma para convertirme en un ataúd.  Así descubrí que soy de madera blanda. La madera blanda es para pobres. Lo dijo Don Filemón mientras colocaba sobre mis restos una tinta transparente.  Vaya manera de terminar mis días.

Lo escuché decir que el pueblo está de luto desde que don Casandro y su gente, se apoderaron de todo.  Llegaron sin avisar.  Se adueñaron de las tierras, las mujeres y la dignidad de los hombres.

Hoy me trajeron a tu casa.  Son apenas dos cuartos en donde conviven, sobre el piso de tierra, tus padres, tus hermanas y las gallinas.  Me trajeron porque no pudieron pagar la funeraria de Don Pancho. La más humilde del pueblo. Vaya manera de terminar mis días.

Colocaron tu pequeño cuerpo dentro de mí. Tu madre no quiso que te vieran. Ese cuerpo tumefacto, amoratado y verdoso, no eras tú.

El ruido sordo del martillo me hizo estremecer. Nos dejaron en absoluta obscuridad.

Las mujeres comentan, entre sollozos, que apenas habías cumplido los trece años.  Que querías ser maestra y que te gustaba la lectura.  Dicen que eras el orgullo de tus padres y muy querida por quienes te conocieron. Escuché a tu madre gemir, y a tu padre jurar venganza.

¡Te ultrajaron! Te tomaron a la fuerza. Te penetraron una y otra vez, sin piedad, hasta que tu alma no pudo más de dolor y dejó tu cuerpo.

Una lluvia de sal humedece mis paredes.  Gritos y sollozos es lo único que escucho.  ¡Me duele! ¡Sufro a su lado! ¡Quisiera poder llorar como hacen ellos por ti! 

Te encontraron cerca del río, días después de tu desaparición.  Mutilaron tu cuerpo. Tus ropas desgarradas y sangrientas fueron tu única identificación. Habías cambiado tu blusa de algodón bordado por una camiseta ajustada para parecerte a las adolescentes de la ciudad. Oigo a alguien culpar a tu nueva forma de vestir por lo que te pasó. Quisiera poder decirle, como te lo digo a ti, que nadie se merece esto.

¡Pobre niña mía!  ¡Cuánto has de haber sufrido! Déjame arroparte y protegerte entre mis tablas. Así, amorosamente, como a los nidos que acurruqué en mis ramas. Ya estás a salvo.  Ya nadie puede hacerte daño. 

El presidente municipal vino a dar el pésame. No lo ven con buenos ojos.  Lo sé porque cuando se fue, las voces eran de reproche.  Todos saben que está en contubernio con don Casandro.  No le queda de otra, dicen.  O afloja, o se lo carga la chingada, como les ha sucedido a tantos en este pueblo que, armados de valor, quisieron desterrarlo.

La maestra se acerca, me acaricia y habla entre dientes: no eres la primera, dice. El panteón está lleno de inocentes como tú. Ella está informada: en la capital las mujeres han comenzado a levantarse y gritan al unísono: “¡Ni una más!»

—¡Ni una más!  —grita con fuerza y su voz desgarra el aire.

Las mujeres, que del llanto por tu pérdida pasan a la rabia, se le unen:

—¡Ni una más! ¡Ni una más!

Salen a la calle en grupo a hacer escuchar su reclamo. Los hombres intentan detenerlas.  Inútilmente corren tras de ellas. ¡Su rabia las empodera! 

Nos han dejado solos, a ti y a mí.  El silencio nos acompaña, a ti y a mí. 

A lo lejos se escuchan gritos y balazos.  Son muchas las que han de morir en este día.  Muchas maderas blandas convertidas en ataúdes han de hacernos compañía, a ti, y a mí.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos echaron la tierra encima.  Tus fluidos mojan mis paredes y siento cómo me desintegro junto con tus restos.  Ya no soy madera, ya no eres cuerpo.  Somos uno con la tierra. Nos hemos convertido en un minúsculo retoño que se alza hacia el sol. El aire trae hasta nosotros un clamor que nos estremece: ¡Ni una más!

La Antología de cuento latinoamericano contemporáneo es un proyecto editorial dirigido por Astrolabio Editores y la Fundación Grupo Latino, tiene como objetivo brindarnos un panorama completo de lo que se escribe hoy en el género del cuento, posiblemente el género más leído en América Latina.

5 comentarios en «Cuento «Madera para pobres» por Ingrid Marie Klitbo»

  1. Excelente escrito que denuncia las desaparición de una niña y la desaparición de un árbol, así, como los contubernios del poder y la riqueza…muchas felicidades..

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  2. Un excelente relato que representa la cruda realidad que se vive en nuestro país , tantas voces de mujeres que se quedan entre las maderas de su propio ataúd .

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  3. Es verdaderamente triste que este tema sea un tema. Es admirable la cordura, la profesionalidad de cuidar «el cómo» la autora aborda este tema. En mi punto de vista es una ternura muy cruel, es un lenguaje claro que lanza el mensaje que me llena de tristeza, de impotencia, de frustración, de indignación. No hay ser vivo más dañino que el ser humano. No solo disfruta siendo cruel con otros seres vivos pero incluso con su misma especie.

    ¡Gracias Ingrid por este cuento! Desde esa gran tribuna tuya vas a llegar a muchos corazones y a muchas conciencias. ¡Qué forma tan maravillosa de alzar la voz! Mis condolencias para todos quienes han perdido seres queridos en estas circunstancias. Ojalá el avance de la tecnología ayude a disminuir tanta ignorancia que hay en la sociedad, y sean menos las aves que pierdan sus nidos por la tala de los árboles para fabricar ataúdes.

    ¡Ni una más!

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