Johan David Sierra | Enero 2025
Johan David Sierra estudiante de once de la Institución Educativa Antonia Santos, en Sucre. Con dieciséis años ha participado en varias actividades y encuentros de literatura y cultura.
Había una vez un niño acostumbrado a esperar hasta tarde a su mamá porque el trabajo la obligaba a llegar a altas horas de la noche. Sin embargo, este día es especial.
Cuando la madre entró a la casa encontró a su hijo en el suelo, esperando por ella
– ¡Mamá! Otra vez llegas tarde.
– Estaba trabajando, ten un poco de empatía conmigo.
– Pero hoy es mi cumpleaños -Dijo el niño entristecido.
– Bueno…emmm….¿Conoces al señor Hipo? – Preguntó torpemente la madre.
– ¿El señor Hipo?
-Sí, el señor Hipo le da regalos a los niños que se duermen temprano.
– ¿¡Enserio!? – Dijo el niño emocionado.
El padre, que había estado escuchado todo, se metió en la conversación enojado.
– ¿Por qué lo engañas? – Le dijo a la madre y viendo al niño continúo- Hey tú, pequeña mierda, vete a tu habitación y ni intentes escuchar nuestra conversación.
El niño se fue corriendo a su cuarto sin responder cosa alguna, al cabo de unos minutos escuchó los gritos de sus padres peleando animosamente. Él intentó ignorarlos y dormir.
A mitad de la noche el niño podía jurar haber visto una silueta en la oscuridad entrando en su habitación, poco más tarde se despertó y prendió la luz. Encontró una caja de regalo bajo su cama
– ¡Wow! ¿¡Este es el regalo del señor Hipo!?
Era un muñeco igualito a él, podía jurar que los botones que tenía de ojos se movían, pero el niño no le prestó atención porque tenía hambre, fue a la cocina y encontró una nota de su madre que decía “Estás levantado a mitad de la noche ¿verdad? Sé que te has estado levantando a mitad de la noche para comer porque nunca comes en la tarde, te pido, por favor, que aprendas a cuidarte ya que sé que tu padre no te cuida tanto y así me dejes de preocupar, tienes la comida en la nevera y tu medicina en la mesa” Sin embargo, el niño nunca bebió sus medicinas, solo comió y se fue otra vez a la cama. Al día siguiente el niño se despertó por el sonido de sus padres peleando escuchó como su madre le pedía el divorcio a su padre en medio de gritos. Luego se oyó un puertazo, el niño corrió a ver qué pasaba, encontró a su padre empezando a beber, el niño solo veía como su padre bebía y bebía sin parar durante horas enteras.
-No…puedo dejaaaar que eso pase- Dijo mordiéndose la lengua el ahora borracho. Caminó hacia la habitación del niño mientras él lo seguía al entrar se vio a sí mismo durmiendo, el padre agarro al otro niño por el cuello y lo alzo hasta ahorcarlo. Después escondió el cuerpo en el armario y finalmente, corrió fuera de la casa inundado en culpa. Mientras el niño atónito contemplaba el lugar de su propio asesinato.
-Lo siento, niño -Se escuchó una voz aguda. Provenía del muñeco que ahora estaba en la puerta del cuarto
– ¿¡Puedes hablar!? ¿¡Mi padre me acaba de matar!?
– Tranquilízate niño, hace tiempo que estás muerto.
El niño comprendió que todo se repetía una y otra vez.
Después de varios días el padre terminó encarcelado. Cada día se podía ver a la madre llorando en la tumba del niño mientras que el fantasma del niño miraba todo con el muñeco abrazado a su pecho.